TIERRA DEL FUEGO

Natalia Martínez y Camilo Rada, segunda ascensión al Monte Sarmiento después de 57 años

La argentina y el chileno alcanzan la cumbre del Monte Sarmiento (2.207 m), en Tierra del Fuego, por primera vez en invierno. Su ascensión es la segunda en lograr la cima más alta de esta poco frecuentada montaña. Bautizan su ruta Suerte de Sarmiento (400 m, D+).

Línea de Suerte de Sarmiento a la cara norte del Monte Sarmiento  (Marcelo Arévalo)
Línea de Suerte de Sarmiento a la cara norte del Monte Sarmiento
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El Monte Sarmiento tiene un aura de montaña mágica y destino de sueños imposibles para el alpinismo. Se encuentra en una ubicación remota y aislada, en un extremo de la cordillera Darwin, en la Tierra del Fuego chilena. Llegar hasta su base es ya una aventura en sí misma, que requiere una complicada logística de aproximación en barco a través del estrecho de Magallanes, seguida de una no menos difícil navegación a través de espesos bosques antes de llegar al glaciar.


Una vez en ese punto del planeta, alejados de cualquier traza  de civilización, los expedicionarios que se atreven a intentar el Monte Sarmiento saben que deberán hacer frente a algunas de las condiciones meteorológicas menos propicias del mundo. Salvajes tormentas de nieve procedentes del Pacífico aderezadas por vientos huracanados golpean de forma incesante y sin piedad esta montaña. Lo pudieron atestiguar los miembros del equipo de Al filo de lo imposible, José Carlos Tamayo, Iñaki San Vicente, y Mikel Zabalza, quienes tuvieron que marcharse de vacío después de un mes y medio de campo base en 2005.

Otro episodio vivido en el Monte Sarmiento por el alpinismo español ocurrió en 1976, en la expedición llevada a cabo por César Pérez de Tudela y Fernando Martínez y que inspiró al primero para su libro de 2010 Patagonia. Tierra de gigantes. En él cuenta el trágico desenlace de aquella expedición, en la que falleció Fernando Martínez y en la que siguió un rescate al límite para el propio César Pérez de Tudela.

Ninguna de esas dos expediciones consiguieron un objetivo alcanzado por primera vez en 1956 por Clemente Maffei y Carlo Mauri, inscritos en una expedición liderada por el insigne explorador patagónico Padre Agostini, quien llevaba 30 años intentando el Monte Sarmiento sin éxito. Además de los más de veinte intentos que la siguieron, otras tres expediciones regresaron del Monte Sarmiento con el premio menor de haber hecho cima en su cumbre oeste, ligeramente menos elevada: el grupo italiano Ragni di Lecco en 1986; John Roskelley, Tim Macartney-Snape y Stephen Venables en 1995, y Robert Jasper, Jörn Heller y Ralf Gantzhorn en 2010.

Una expedición multidisciplinar

Natalia Martínez y Camilo Rada sortearon las dificultades logísticas al integrarse una amplia expedición multidisciplinar a la zona que, además de los objetivos alpinísticos, tenía también otra serie de motivos científicos, de exploración y artísticos. De este modo, obtuvieron el apoyo necesario para llevar a cabo su intento de ascensión.

Montaron el campo base el 19 de agosto (una  semana más tarde de lo previsto debido al mal tiempo) en una idílica localización entre los bosques del litoral. Con la ayuda de Inés Duissallant y acuciados por una ventana de buen tiempo prevista para el día 23, decidieron trasladarse en seguida al campo alto (1.200 m). El día 20 realizaron un depósito de material bajo fuertes vientos y escasa visibilidad; el día 21, una violenta tormenta los obligó a refugiarse en una cueva de nieve a 900 m; y finalmente el día 22 conseguían instalarse decentemente en el citado campo alto, todavía con mala visibilidad.

Las previsiones se cumplieron y el día 23 amaneció soleado y sin viento, condiciones ideales para realizar los últimos preparativos y dejarlo todo listo para comenzar a escalar el día 24 a las tres de la madrugada. “Un tiempo perfecto durante todo el día y la madrugada; no se puede pedir nada más”, reconocía el propio Camilo Rada. Su plan era alcanzar el tramo clave de la ruta (una sección de hielo con cinco metros desplomados a unos 1.800 m) al amanecer. Así lo hicieron y, después de no lograr superarlo a base de piolet, decidieron tirar de técnicas de artificial.

En los últimos 400 metros de desnivel que quedaban después para alcanzar la cumbre, tuvieron todavía que escalar ocho sostenidos largos de 65-75º con escasa protección, el último de ellos de noche. Después, una sencilla canal les condujo hasta los dos hongos somital. Escalaron ambos y los midieron con GPS (2.201 m para el más occidental y 2.207 m para el más oriental). “A las once de la noche, conseguimos llegar a la cumbre del Monte Sarmiento”, anunciaba Camilo Rada, quien describía el itinerario como “una ruta hermosa que sigue una línea directa en la cara norte”.

El buen tiempo todavía aguantó durante la parte técnica de la bajada, pero la llegada al campo alto a las 10 de la mañana del día 25 ya fue otra vez en condiciones de cero visibilidad. Para el alpinista chileno, la ascensión fue “una experiencia preciosa, parecía que en cualquier momento nos despertaríamos del sueño… fue realmenta fascinante llegar allí arriba”. Y admite que “tuvimos suerte de tener la oportunidad justo cuando llegamos, que eso raramente se da”.


 

 

 

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