A finales de mayo llegaron al campamento base (4.500 m) bajo el Jirishanca. Después de dos días intensos de porteos, Michi y sus compañeros decidieron seguir la Vía italiana hasta la mitad de la pared de roca, y fijar cuerdas hasta ese punto. El tiempo sigue inestable, graniza y nieva, y la pared se había transformado en un terreno mixto peligroso; los largos de roca estaban completamente empapados. Mientras tanto, una capa de nieve de 20 cm se había acumulado en la pared.
Pero sin tiempo que perder el grupo siguió adelante y, en diez días, alcanzaron el vivac de la Vía italiana. Después de una jornada de descanso en el campamento base se pusieron de nuevo en marcha, esta vez hacia la cumbre.
En un día alcanzaron el vivac italiano (5.350 m). Después de pasar la noche en la cueva de nieve que cavaron, a la mañana siguiente se enfrentaron a secciones de 6a, WI5+ y 6- de mixto. Por la tarde llegaron a los 5.800, al primer campo de hielo. Hannes y Michi escalaron esa sección la misma tarde, fijando cuerda para ganar tiempo el día siguiente; mientras, Arne excavaba una cueva para pasar la noche.
A la mañana siguiente, tras remontar lo ya escalado y superar un par de largos más, llegan al segundo campo de hielo, más grande aún que el primero. Michi: “Nunca había escalado nada igual, ni siquiera en Alpes”.
Resolvieron el largo más difícil. Después, un par de largos más sencillos y se plantan en la cresta cimera, a una altitud de entre 5.950 y 6.000 m. Desde allí vieron la cumbre por primera vez, todo iba perfectamente, pero la nieve que encontraron frente a ellos ofrecía un espectáculo horrible. “Quizás hubiera sido posible subir, pero en la bajada habrían empezado los problemas. El aseguramiento era imposible , y no digamos rapelar”, declara Michi. Con gran dolor de su corazón, se dieron la vuelta.
Rapelaron durante la noche, quitando 200 primeros metros de cuerda fija. A las once y media comenzaron el descenso hacia el campamento base. Totalmente agotados, llegaron a las tiendas a la una de la mañana.
Al día siguiente, Michi, Arne y Juan regresaron a la pared para retirar el material restante. Después de dos días de descanso, volvieron a Huaraz.
La cumbre es lo más importante para todos los escaladores, pero Michi considera que la expedición ha sido un gran éxito. “El objetivo se alcanza al 100 por cien cuando escalas una ruta difícil y llegas a la cumbre. Así que nos queda un poco de amargura. Pero las condiciones eran muy difíciles y llegué mis límites, tanto físicos como mentales. Ahora sé que puedo escalar secciones difíciles a gran altitud y eso me motiva para la próxima expedición”.
Después de todo, el objetivo más importante se logró: ¡todos regresaron a casa sanos y salvos!