La avalancha que se cobró ocho muertos el pasado 24 de agosto en el Mont Blanc ha reabierto en Francia el debate sobre la necesidad de limitar el acceso al pico más alto de Europa. Después de que en el 2006 fracasara la idea de establecer un peaje por persona para restringir el número de alpinistas, varios alcaldes de la zona vuelven ahora a la carga. Juzgan insostenible, además de peligrosa para la seguridad, la creciente frecuentación del lugar.
Entre junio y septiembre, unas 30.000 personas emprenden el ascenso para coronar los 4.810 metros de la montaña. "Esto no es un parque de atracciones, y sin embargo el Mont Blanc se ha convertido en la Space Mountain de Disneylandia", lamenta Jean-Marc Peillex, alcalde de Saint Gervais, donde se encuentra la principal vía de acceso a la cima. En verano, con el buen tiempo, la afluencia de montañistas se dispara. Y no siempre se trata de deportistas experimentados. "A algunos se les ve subir mal equipados, calzados con unas simples bambas. Además, se creen que, si hay algún problema, basta con llamar por el móvil para ser rescatados enseguida", se disgusta Peillex. "El verano pasado asistimos a la muerte en directo, a través del móvil, de cuatro jóvenes por los que los servicios de rescate no pudieron hacer nada", explica el alcalde.
45 muertos en 2008
En el 2007, 37 montañistas perdieron la vida en el Mont Blanc y este año la cifra se eleva ya a 45. En estos dos años se calcula que el número de heridos asciende a 1.400. A juicio de Peillex, habría que establecer un cupo anual y evitar la concentración en unas pocas semanas. "Cuando miles de personas pasan por un sector peligroso amenazado por la aglomeración de bloques de hielo en un glaciar, el riesgo de un accidente con numerosas víctimas es mucho mayor que si los montañistas se cuentan por centenares", argumenta. La propuesta del alcalde de Saint Gervais de expedir además un permiso a los alpinistas que quieran subir al Mont Blanc topa con los intereses económicos de muchos habitantes de la zona. Su idea es limitar la afluencia en función del número de plazas disponibles en los refugios. "Cuando un avión va lleno, no suben más pasajeros", aduce en alusión a la cantidad de personas que llegan sin tener reserva en el refugio y optan por acampar por libre pese a que está prohibido.
No es la primera vez que el alcalde de Saint Gervais plantea medidas para combatir la masificación. En el 2006, su propuesta de establecer un peaje provocó un alud de críticas. Hasta el punto de que tuvo que dar marcha atrás. Peillex defendió entonces la medida con el mismo ímpetu que ahora apuesta por establecer un cupo. "¿Por qué no se puede poder una tasa si se hace en Nepal para escalar el Himalaya? ¿Por qué no se puede obligar a contratar un guía?", clamó frente a sus detractores, que le acusaban de ir "contra el espíritu de la montaña". "Debe ser un lugar de belleza natural accesible a todo el mundo", le reprocharon. Peillex calificó estos razonamientos de "bobada", por considerar que la belleza y el libre acceso están reñidos con "los atascos de tráfico" de los escaladores y con los montones de basura. Igual que sucede en el Himalaya, aquí se acumulan los desperdicios. "Esto se parece más a un retrete al aire libre que a un glaciar", lamentaba el alcalde, que tras un recorrido en helicóptero afirmó que una zona se había teñido de amarillo a causa de la acumulación de orina.
Ahora, a la vista del incremento de los accidentes, Peillex centra sus argumentos en el riesgo que entraña la masificación para la seguridad. Pero sus planteamientos siguen provocando rechazo. Jean Louis Verdier, concejal de Chamonix y guía de profesión, considera que la montaña debe continuar siendo un "espacio de libertad" y que reglamentar su acceso resulta, además, imposible. Los guías apuestan por "jugar la carta de la información", pero la mayoría admite que la cantidad de temerarios que se atreve a subir al Mont Blanc va en aumento.
Texto: Elianne Ros