«Salimos, desde Donosti, Rikar y yo el viernes 12 y recogimos en Pau a nuestro gran amigo Manu Córdova. En Chamonix nos esperaba otro amigo, el asturiano Edu González que ya nos había advertido de la buena meteo que teníamos hasta el próximo lunes día 15 de octubre. La idea de escalar la Cechinel-Nomine salió de Manu, pues sabía que hacia dos semanas se había repetido y seguro que debía estar aun en buenas condiciones.
Ya en Chamonix y al día siguiente, el sábado, partimos al mediodía hacia el teleférico de la Aiguille Du Midi. Un poco pasadas las cuatro estábamos los cuatro en el vivac de la Fourche, al amparo de las rocas, encima de una pared de cien metros. Éramos los últimos en llegar y nos sumábamos a los otros dieciséis, que ya apretados se habían instalado y ocupado todas las plazas disponibles, pues no en vano el vivac de La Fourche es para ¡12 personas! Sin pegar ojo y apresurados salimos a las 00:30, tras «intentar» dormir unas horas (en el suelo húmedo de la entrada…)con un día despejado y no muy frío.
Los tres rápeles desde la mismísima barandilla del refugio de la Fourche nos dejaron en el glaciar, de allí al Moore a por otros tres rápeles que nos depositaron en el descarnado glaciar de la Brenva. «Corrimos» lo que pudimos por encima de una reciente avalancha y una hora más tarde (comenzamos hacia las tres de la mañana, creo…) estábamos en la base de la vía que la localizamos sin ningún problema. Manu y Edu iban por delante nuestro y nosotros les seguíamos intentando no separarnos de ellos, todos en ensamble realizando largos, turnándonos, de unos 120 metros.
Justo antes del amanecer llegamos a la parte difícil de la vía, marcaba : A1 por la roca y 90º por el hielo. Aún era de noche y aunque subíamos alumbrados por las frontales pasamos muy bien este difícil tramo vertical de hielo (en libre) que nos llevaba a una goulotte preciosa y bastante vertical. Unos largos más nos llevaron a donde Boivin y Vallencant, en los setenta, abrieron una variante lógica hacia la derecha que conectaba de una manera más directa las goulottes finales de la vía. Una travesía mixta delicada y otro tramo de hielo duro y negro mas delicado aún nos fueron dejando en la parte alta antes de acceder al ultimo nevero de 200 metros que acaba la propia vía, ¡pero no la ascensión!.
Cerca de 12 o 13 horas nos llevaron estos 900 metros de pared. Para entonces Manu y Edu se habían adelantado y hacia ya una hora y media que nos esperaban al sol en la arista de Peuterey, con el pilar del Freney justo enfrente. Tras beber y comer un poco, enseguida marchamos todos juntos hacia arriba… Los más de seiscientos metros de desnivel hasta el Mont Blanc nos esperaban. La fina y expuesta arista nos resultó más dura de lo esperado, hielo negro a veces y muy descuartizado otras, tapizado con nieve… en fin, más complicado de lo que pensamos todos. Hacia las 20:00 horas, ya de noche, llegamos a la cima del Mont Blanc de Courmayeur. Otra vez nuestros amigos se adelantaron (íbamos ya rotos) y la idea era bajar hacia Cósmicos pues el tren cremallera de la vía normal del Mont Blanc, en el nido de águilas, estaba cerrado.
Nosotros quisimos seguirles pero al no conocer la bajada hacia Maudit y al darnos cuenta de que justo habíamos llegado al Mont Blanc decidimos bajar por la vía normal, bien es verdad que empujados por el fuertísimo viento gélido y por la seguridad de la huella ya hecha y del vivac Vallot a seiscientos metros mas abajo.
Al llegar a Vallot (unas 23 horas después de salir del vivac de La Fourche) sentimos que nuestra aventura se había acabado. Rikar se puso ya malo de verdad (estuvo devolviendo, bilis….). Sólo nos faltaba intentar dormir un poco y unas horas más tarde bajar los 3000 metros de desnivel que nos separaban de Les Houches y de allí en bus a Chamonix.
Manu y Edu llegaron también hacia las doce a los Cósmicos. Edu tuvo un susto bajando del Tacul, se mareó y se cayó al suelo…y al llegar a Cósmicos se dieron cuenta de que estaba cerrado y sólo permanecía abierto el vivac de madera que esta un poco más abajo. Estaba ocupado por seis personas que no les dejaron ni mantas ni nada. Pasaron una noche fatal y al final lograron hacerse con una preciada manta, a regañadientes de los robados. Pudieron calentarse un poco. Finalmente bajaron por el teleférico de la Aiguille de Midi, nosotros nos unimos a ellos hacia las siete de la tarde, un par de horas después nos invitaron a cenar para celebrar la ascensión».
Josune Bereziartu