EXPLORANDO

Jonathan Griffith, Will Sim y Andreas Fransson, de récord en el Denali

Los británicos Jonathan Griffith y Will Sim ascienden la mítica arista Cassin en 14 horas y 40 minutos, mientras el sueco Andreas Fransson realiza el primer descenso en esquís de la cara Sur de la montaña.

El Mt. McKinley o Denali  (Parque Nacional Denali)
El Mt. McKinley o Denali
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Alaska está en su momento alpinístico del año. Numerosos alpinistas se concentran en sus montañas, y sus éxitos se esparcen por la red de redes. El Denali o McKinley (6.194 m) es la montaña más alta de Norteamérica y, como tal, foco de peregrinaje del alpinismo de ese continente y del creciente número de montañeros de todo el mundo en busca del trofeo de las 7 Cumbres. Una proliferación de visitantes que no convierte en un hecho inusual el triple rescate del martes, en el que un helicóptero tuvo que realizar tres vuelos seguidos para evacuar sucesivamente a un alpinista serbio de 37 años y sendos japoneses de 22 y 20 años, todos ellos en una cota cercana a los 6.000 m.

A parte de esos incidentes, el Denali sigue siendo un pico abierto a grandes desafíos. Como demuestran los tres protagonistas de esta crónica: los británicos Jonathan Griffith y Will Sim, por un lado, capaces de ascender la arista Cassin en un tiempo récord de 14 horas y 40 minutos; y el sueco Andreas Fransson, por el otro, que ha realizado el primer descenso en esquís de la cara Sur.

La arista Cassin en tiempo récord

Jonathan Griffith y Will Sim habían viajado hasta el glaciar Kahiltna para intentar un proyecto que tuvieron que abandonar, “al deteriorarse las condiciones meteorológicas y soplar el sureste bajando las temperaturas”, según comenta el propio Sim en su blog. A cambio, decidieron lanzar un ataque rápido y ligero al Denali, siguiendo la arista Cassin. Griffith reconoce en su blog que se beneficiaron de la huella abierta hasta la primera banda rocosa por sus amigos suecos Andreas Fransson y Magnus Kastengren. Con todo, realizaron una ascensión en un tiempo récord de 14 horas y 40 minutos, unos 20 minutos menos que las 15 horas marcadas en el anterior mejor registro, de Mugs Stump en 1991. Griffith señala que en aquella ocasión, el alpinista que fallecería en 1992, subió por la misma ruta con la huella completamente abierta de principio a fin.

Un fin que no estuvo situado en la cumbre del Denali –ni para Stump ni para Griffith y Sim-, sino que se quedaron en la del Kahiltna Horn (6.096 m). Con esta precisión, Jonathan Griffith considera que, si bien han batido un récord prestigioso con veinte años de vigencia, “desde la ética verdadera, Colin Haley y Bjorn-Eivind Aartun ascendieron la Cassin el año pasado hasta la cumbre y abriendo huella en 17 horas, con lo que ellos tienen el récord real”. La anécdota de la ascensión de Griffith y Sim fue el frío extremo de la noche que tuvieron que sufrir: “Habíamos planeado estar escalando durante unas 20 horas, y tener un buen margen de la tarde para el descenso”, pero al adelantarse tanto llegaron a la cumbre en plena madrugada, horas antes de la salida del sol.

Primer descenso en esquís de la cara Sur

Mientras tanto, esos amigos suecos a los que Griffith y Sim adelantaron en plena subida, Andreas Fransson y Magnus Kastengren, tenían otro objetivo en mente. Aunque también realizaron una buena ascensión por arista Cassin (33 horas ida y vuelta), y se anotaron por dos veces la cima del Denali en un mes de permanencia en el campo base, su mente estaba focalizada en su actividad esquiadora en la virgen cara Sur.

Después de aclimatar y esquiar un par de veces el couloir Orient Express y el couloir Messner en la cara Oeste, Fransson estuvo listo para acometer el reto. Fransson y Karstengren ascendieron juntos el West Buttress hasta la cumbre, donde el segundo de ellos le dio la cuerda de 60 m que había transportado hasta allí a su compañero y se dio la vuelta para regresar por el mismo camino.

Fransson se lanzó con decisión por la vertiente sur sobre sus esquís, superando los primeros 1.500 metros en una escasa media hora de tiempo, según informa el blog Outerlocal. El sueco señaló que las condiciones de la nieve que se encontró fueron duras, y cada vez peor a medida que descendía. De hecho, un poco más abajo, tuvo que realizar una travesía a su izquierda hasta que se topó con una pendiente de “65º o 70º de hielo; así que me puse los crampones, cogí los piolets y realicé una travesía de unos cincuenta metros en aproximadamente media hora”.

Consiguió llegar a un nuevo couloir y pudo continuar esquiando, aunque “ya podía ver que los campos de nieve eran totalmente azules, completamente maltrechos”. Necesitó realizar cuatro rápeles para llegar a un nuevo couloir, en el que pudo esquiar “quizás en los 100 metros donde había nieve”. Entonces, un nuevo obstáculo se puso en su camino: con la subida de temperaturas empezó la caída masiva de piedras desde arriba. Permaneció seis horas agachado dentro del couloir, intentando evitar los bloques.

A las once de la noche, decidió continuar bajando, destrepando y rapelando a lo largo de 600 o 700 metros y sólo esquiando cuando las condiciones lo permitían, hasta los últimos 200 metros antes del glaciar, cuando ya pudo volver a ponerse los esquís hasta abajo. Allí, sin visibilidad para detectar posibles grietas, esperó el resto de la noche hasta que a las cinco de la mañana tuvo luz suficiente para completar el regreso.

El balance final del descenso en esquís de Andreas Fransson resulta en un 75% de la bajada realizada sobre esquís. El propio protagonista admite que quizás, en buenas condiciones, se puedan esquiar 300 o 400 metros más, pero tiene más que dudas sobre el resto.

 


 

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