“A veces no tienes que viajar alrededor del mundo para encontrar líneas inspiradoras. Sólo tienes que acordarte de lo que viste cuando crecías”. Esta es la frase con la que Hansjörg Auer introduce en su blog su última realización, la apertura de The music of chance (M6, 6c/A3, 500 m) en el denominado Crystal Wall, un pilar del Kirchkogel (3.280 m), en los Alpes de Ötztal.
El alpinista austriaco afirma que “recientemente experimenté una de mis mayores aventuras en mucho tiempo en un muro que hay al fondo de mi valle natal, que ya conocía desde hacía años”. Dedicó a su última creación cinco días de esfuerzos, repartidos en tres semanas de invierno, con diferentes compañeros de cordada (participaron sus hermanos Vitus y Matthias y sus amigos Ben Lepsant, Elias Holzknecht y Berti Gleirscher).
Una pared que, según cuenta el propio Auer, había sido intentada 60 años atrás por algunos escaladores del círculo de Hermann Buhl: “La simple visión de escalarlo en esa época merece todos mis respetos”, reconoce. Se echaron atrás después de haber abierto los dos primeros largos.
Hansjörg Auer empezó en el Crystal Wall a finales de febrero, con Ben Lepsant: “El plan era permanecer en la pared al menos durante tres días con hamaca. Quedé impresionado al alcanzar la base de la pared. No me esperaba un muro tan desplomado. De todos modos, este intento resultó no ser el bueno. Un hornillo roto, mal tiempo y un terreno duro nos forzaron a retirarnos el segundo día”.
Vitus y Matthias Auer, Elias Holzknecht y Berti Gleirscher fueron sus compañeros de cordada en las tres incursiones posteriores que le hicieron falta para culminar el objetivo. “Dura escalada artificial combinada con algunas secuencias en libre sobre roca súper podrida fueron el tema”, señala Hansjörg, quien resume la actividad como algo “difícil, aterrador y frío, con una caída casi fatal el último día, cuando caí con una gran laja que también cortó toda mi protección. Me alegré de que mi hermano Matthias fuera conmigo ese memorable día de cumbre”.
Sus impresiones del último día
Esa última jornada en la pared, Auer escribió las siguientes frases que reprodujo posteriormente en su blog: “40 cm de nieve fresca. Menos 10º Celsius. Nos turnamos haciendo nuestro camino de dos horas hasta la base de la pared. Empieza la escalada. Después de unos minutos, un gran ruido y todo se mueve. Grito, no sé lo que sucede. Unos segundos más tarde: Silencio. Siento dolor en mi espalda. Mi mano derecha está sangrando. Estoy colgando cabeza abajo”.
“Compruebo mi arnés. He perdido material importante. Pero estoy demasiado motivado para retirarme ahora. Doy todo lo que tengo. Luchando duro, no puedo sentir mis dedos gordos de los pies en mis pies de gato, pero después de tres nuevos largos alcanzo la base del campo de nieve final. Matthias llega. Sonreímos. Ahora sabemos que tenemos vía libre hasta la cumbre. Pero el terreno nos engaña. Buscamos nieve costra, pero nuestros crampones rascan a menudo la roca lisa de debajo. A las cinco de la tarde, sintiendo el último rayo de sol de ese día, nos damos las manos en el punto más alto”.
Fuente: Blog de Hansjörg Auer