Finalmente el Annapurna ha exigido demasiado. Iñaki Ochoa de Olza, alpinista navarro con quince ochomiles (doce principales, dos secundarios y una repetición) a sus espaldas y más de treinta expediciones al Himalaya, ha fallecido. Cinco noches en el campo IV de su nueva variante en la vertiente Sur de la montaña, han sido demasiadas, y en su estado, Iñaki, no ha podido resistir más. Había estado luchando contra una lesión cerebral, complicada por un edema pulmonar, esperando a que los equipos de rescate alcanzasen la tienda en la que aguardaba junto al rumano Horia Colibasanu.
El suizo Ueli Steck había llegado ya al campo IV e Iñaki reaccionaba bien a los medicamentos, pero su estado seguía siendo muy grave y las posibilidades de rescate, a tal altura y en tal montaña, eran muy complicadas, a pesar de que se había puesto en marcha un operativo con más de 15 alpinistas dedicados a hacer posible que Iñaki saliese de la montaña. El pamplonés fallecía a las 12:30, hora local nepalí.
Apenas cuatro horas han separado al navarro de contar con el oxígeno artificial que portaban Denis Urubko y Dan Bowie, quienes realizaban un ascenso express desde el campo II (6.900m).
Iñaki Ochoa de Olza, tras renunciar el pasado lunes a la cumbre del que hubiera supuesto su decimotercer ochomil principal por congelaciones en sus manos, cayó semiinsconciente cuando ya había llegado a su tienda del campo IV, a 7.400 metros. Desde entonces, con altibajos, su estado de salud se ha mantenido crítico, sin posibilidad de moverse ni de hablar.
Desde que Iñaki naciera en 1967, había compartido su tiempo entre la familia y las cumbres, habiéndose visto por encima de los ochomil metros hasta en 29 ocasiones. Guía de montaña, instructor, fotógrafo y algo filósofo (disciplina que estudió en la Universidad) y primer español en completar la ascensión de un ochomil en menos de 24 horas, la perdida de Iñaki supone un duro golpe, otro más esta temporada, para el alpinismo nacional.