Encontrar la soledad en el Denali (McKinley) es, en muchas ocasiones, complicado. Has de buscar una ruta poco frecuentada (y por algún motivo lo será) o enfrentarte a dificultades asumibles solo para unos pocos. Ese ha sido, sin embargo, el camino escogido por el catalán Javier Garrido y el peruano, afincado en Benasque, Fernando Caballero, quienes empleaban cerca de 16 horas de este junio para completar la ascensión de Orient express, una ruta de complicaciones técnicas moderadas, aunque siempre muy exigente con los que la intentan.
Sus 45 grados de inclinación no son una gran tarjeta de presentación para quienes buscan el compromiso en altura, aunque este crece al tratarse de un itinerario sin equipar, solitario y sin señales (como ocurre, por ejemplo, en la ruta normal, West Butress) que indiquen su discurrir por la cumbre más alta de Norteamérica. Orient express ha sido, desde el principio, perseguida por la fatalidad. Desde que en 1972 un equipo japonés intentara sus 1.500 metros, sin éxito y con tragedia (he aquí la razón de su nombre), han perecido en dicha ruta hasta 15 alpinistas, alargando la gran sombra que cubre su historia.
La de Garrido y Caballero supone la primera ascensión de Orient express desde 2003. Cinco años sin repeticiones que concluyeron el 1 de junio tras 16 días de espera en el campo base. «En esencia, una vía bonita. Un ambiente y unas vistas espectaculares, un camino solitario, nuestro por un instante eterno … un callejón frío, encendido en gritos de alegría al culminar la vía. Y en pocos minutos, un escape a la vida», han escrito Javier y Fernando.
Orient express corre en paralelo a la Upper West Rib, en la vertiente suroeste de la montaña, es una de la más escogidas para su descenso sobre esquís o tablas y fue resuelta por primera vez por los canadienses Patrick Morrow y Bernhard Ehmann en 1977.
Más información sobre la actividad en: http://www.desafioapus.com