La temporada favorable para el alpinismo en Alaska es corta, y las ventanas de buen tiempo son escasas, como han podido comprobar numerosas expediciones que han intentado escalar en la zona y se han tenido que conformar con tragar mucha nieve y recorrer más bien poco. Sin embargo, dos expediciones han sacado el máximo rendimiento de este territorio salvaje y todavía muy virgen para el alpinismo, inaugurando un total de cuatro nuevas rutas a algunas de sus cumbres.
Helander y Trocki en las Relevelation Mountains
Clint Helander y Ben Trocki aprovecharon la meteorología favorable de finales de marzo y principios de abril para hacerse con dos primeras ascensiones en las Revelation Mountains, una remota sierra de la Cordillera de Alaska. Sus picos de menor elevación y la dificultad de acceder a ellos convierten a las Revelation en un lugar poco concurrido, aunque muy interesante para el alpinismo de alto nivel, dadas las pronunciadas inclinaciones de sus paredes.
El primer objetivo para Helander y Trocki allí fue el Golgotha (2.725 m), una cumbre hasta entonces nunca escalada y ni tan siquiera intentada por ninguna expedición anterior. De hecho, poco se sabía de él, salvo lo apuntado por la expedición de 1967 que la bautizó y advirtió de la extrema dificultad que prometía su escalada. Después de verse rechazados por el viento y las purgas de nieve de la línea directa en la cara este que pretendían, los alpinistas localizaron un couloir más sencillo (hasta Vº grado de roca y terreno mixto de moderada dificultad) en la cara sureste, por el que consiguieron su objetivo a pesar de vientos de más de 100 km/h.
Tras regresar a su campo base y excavar en la nieve para encontrar sus tiendas, ambos estaban listos para su siguiente objetivo: la arista sur del Angel (2.823 m), nunca escalada hasta entonces. De hecho, el pico sólo contaba con una ascensión, a cargo de Greg Collins y Tom Walter en 1985. Partieron esquiando a las 3.30 de la madrugada, escalaron placas cubiertas de nieve, terreno mixto y roca de hasta 5b hasta la cumbre de la arista, desde donde progresaron en ensamble hasta la cumbre. Completaron el descenso hasta el campo base 21 horas después de haber salido de él.
Franceses en Alaska
Mientras tanto, dos equipos de jóvenes alpinistas franceses inscribieron sus nombres en dos nuevas líneas en la Cordillera de Alaska. Por un lado, Christophe Moulin, Max Bonniot, Estell Dall’agnol y Robin Revest inviertieron siete días de trabajo para inaugurar Magic mushrooms (1.500 m, ED, M6, 90º, A3) en la cara noreste del Moose’s Tooth. La línea sigue principalmente la arista situada a la derecha de la vía de Helliker y Bracey There’s a moose loose about this hoose. Nieve vertical, hongos de nieve y peligrosos seracs son las credenciales de esta nueva vía.
Por otro lado, sus compatriotas Romain Jennequin, Simon Remy y Jérémy Stagnetto, con su director, Frédéric Gentet, escalaron otra nueva vía en la cara noreste del vecino pico Bear Tooth. Bear skin (1.350 m, ED+, WI6+, M5, A1) fue abierta en dos intentos. En la primera ocasión, superaron 900 metros, pero se dieron la vuelta ante las dificultades y una mala previsión meteorológica. Un par de días más tarde, con unos 120 cm de nieve extra, completaron la ascensión hasta la cumbre. Las principales dificultades se hallan en las placas de granito cubiertas de una fina capa de hielo que se hallan en el primer tramo de la ruta.