El viaje de la alpinista estadounidense Brette Harrington y la suiza Caro North a Alaska ha concluido con varios proyectos exitosos en los que, de fondo, estaba el recuerdo a Marc-André Leclerc y Georges Johnson, que fallecieron en la zona la pasada primavera. “Tenía la necesidad de volver al área de Juneau después de perder allí a Marc”, escribía Harrington sobre el que fue su pareja.
Harrington y Caro viajaron a Alaska a finales de mayo y su primer objetivo fue una línea de mixto de 500 metros en la cara noreste del Southern Duke que abrieron el 2 de junio. “Largo a largo fuimos ganando altura. La niebla iba y venía y el sol nunca nos llegó a dar en la sombría cara norte”, contaba sobre esta línea con dificultades hasta M5+, 5.10b [6a] y 85°.
«Sentí la energía de Marc, como si fuera una especia de saludo de la montaña»
Entrada la tarde les tocó progresar por el corredor norte y luego superaron en ensamble el collado situado entre la cima principal y una secundaria. Más arriba, Harrington se calzó el único par de pies de gato de la cordada para superar dos largos en una fisura vertical. Cuando alcanzaron la cumbre, alrededor de las diez de la noche, les reconfortó la vista de las montañas cercanas:
“La grandiosa cara norte de las Torres Mendenhall emergía entre las nubes como saludándonos —escribía Harrington sobre el lugar donde perdió la vida su pareja—. Pude sentir lo que había venido a buscar. Sentí la energía de Marc, como si fuera una especia de saludo de la montaña. Yo le mandé todo mi amor con un “Hello, Marco!” y dejé que mi mente bucease un momento en los recuerdos antes de enfocarme en el presente, que era el descenso”.
«Me parecía surrealista estar de nuevo allí, explorando otras partes de esta curiosa tierra”
Días después se embarcaron en una travesía con esquís de dos días por el glaciar Takku con el objetivo de descender los 1.000 metros del corredor suroeste del Devils Paw y, antes de marcharse, el día 12 de junio aprovecharon una ventana de buen tiempo para abrir una vía de roca en las Taku Towers. Eligieron una línea en la cara oeste de cinco largos “de magnífico granito” con dificultades de hasta 6a+/b.
Rapelaron hasta la base y después se pusieron los esquís para volver a su campamento y pasar allí la última noche antes de que un helicóptero fuese a buscarlas. Aprovecharon las últimas horas de luz para esquiar buscando las mejores vistas del atardecer, en particular la de las Torres Mendenhall: “Mirándolas me acordaba de los días que pasé allí en marzo. Miraba la última línea que escalaron Marc y Ryan. Recordé haber visto sus huellas diminutas en la arista final desde el helicóptero. Me parecía surrealista estar de nuevo allí, explorando otras partes de esta curiosa tierra”.
Lástima de la aproximación en helicóptero, le quita dos partes de aventura a las actividades en estos remotos lugares.. (una la de ir y la otra la de volver)
Vaya sitio guapo y vaya via guapa
Enhorabuena … actividad de primera, genial!!
Me encantan las aperturas de este tipo de vías… aventrua, aventura, aventura…