Las agujas Shark’s Tooth, situadas en la salvaje costa este de Groenlandia, habían sido pretendidas anteriormente por otras expediciones que, sin embargo, no habían sido capaces de llegar ni tan siquiera a la base de la pared. Los rusos Alexander Ruchkin y Mikhail Mikhailov habían tomado buena nota de ello y por eso se dirigieron allí unas semanas antes que las expediciones que les habían precedido, ya que la zona cuenta con un complejo sistema de fiordos que, con el deshielo, convierten las Shark’s Tooth en un lugar peligroso y casi inaccesible.
Ruchkin y Mikhailov fueron trasladados por guías locales hasta su campo base, situado a 12 km de la pared, en moto de nieve. Los inuit negaron a adentrarse más allá, por miedo a que las motos se hundieran en alguna grieta. Las continuas nevadas, los incidentes con la nieve profunda, las grietas y el deshielo, y el miedo por el ataque de los osos polares marcaron los días previos a la escalada. De hecho, para los dos aventureros fueron quince intensos días de porteos –en esquí- desde ese campo base hasta el campo base avanzado, ya al pie del ansiado muro. Unos porteos penosos, en los que se veían obligados a abrir huella día tras día, ya que las continuas nevadas y el viento borraban rápidamente sus trazas anteriores.
Una vez finalizadas esas labores, no tuvieron que esperar mucho para la llegada de una ventana de buen tiempo suficientemente amplia para permitirles atacar esa espectacular pared que se levanta desde el manto blanco.
Cuatro días en estilo alpino
La ascensión se desarrolló a lo largo de cuatro días a principios del mes de mayo, que incluyeron dos vivacs en la pared. La caída de piedras durante las horas en que el sol daba sobre la ruta les recomendaron partieron hacia las 15 horas de la tarde del día 2, cuando la sombre les brindaba cierta protección contra esos desprendimientos. Desde los 640 m de altura en que situaron su campo base avanzado, recorrieron inicialmente un couloir de unos 300 m de desnivel, hasta alcanzar el inicio de la arista noroeste de la aguja, en la que pudieron plantar su tienda.
Desde ese punto, la ruta se convertía en una empinada pared de roca hasta la cumbre. El día 3 de mayo, empezaron escalando casi todo en libre por una roca de calidad excelente con inclinaciones de alrededor de 80º. Sin embargo, a medida que fueron subiendo, la inclinación fue creciendo a la par que la escasez de puntos de anclaje, con algún momento terrorífico con alejes de hasta 15 metros. Esa segunda noche, vivaquearon en una repisa de nieve.
El tercer día empezó con un largo tramo de nieve suelta que tuvieron que ir limpiando para acceder a los buenos cantos que ocultaba. Sin embargo, la parte final de la jornada les enfrentó a un tramo de placa bastante liso, que pudieron sortear en parte desviándose ligeramente a la izquierda, donde encontraron unas fisuras salvadoras.
El 5 de mayo fue el día definitivo en el que alcanzaron la cumbre (situada a 1.555 m sobre el nivel del mar), después de superar los últimos cinco largos de la vía, que decidieron bautizar como San Petersburgo, en honor a la ciudad de nacimiento de ambos. Las máximas dificultadas encontradas en la línea, de 1.200 m de recorrido escalado, fueron de 6c y A2.
Alpinistas contrastados
No es la primera gran ascensión para Mikhail Mikhailov y, especialmente, Alexander Ruchkin. De hecho, ambos fueron ya nominados al Piolet d’Or 2010 por su apertura de la vía Carte Blanche Gongga nor-oeste (6.134 m) en China, realizada en 2009 y por la que fueron premiados con el Piolet de Oro ruso de ese año. Aunque seguramente, la actividad por la que consiguieron su mayor reconocimiento fue la participación en la expedición rusa comandada por Alexander Odintsov que abrió una vía directa a la cara norte del Jannu entre marzo y mayo de 2004 que les valió el Piolet d’Or 2005 y en la que, además de ellos dos, también participaron otros ocho alpinistas.