MEDIO SIGLO DE VIDA

Simone Moro: “Quiero ir a un ochomil en invierno para intentar cosas que nadie ha hecho”

Simone Moro cumple hoy 50 años. «Tengo motivación, y esto ya es como una cumbre», dice. Hablamos con él los proyectos que tiene entre manos: un nuevo libro en español (Nanga que acaba de editar Desnivel), su pasión por los helicópteros y su inminente proyecto invernal, cuyo objetivo aún no quiere desvelar. También comparte con nosotros muchas otras ideas: sobre el Everest invernal de Alex Txikon, el Everest de Kilian Jornet, el Nanga Parbat invernal…


Darío Rodríguez/DESNIVEL | 8 comentarios |

Simone Moro (Bérgamo, 1967) deja hoy medio siglo detrás —“con todos los dedos de las manos y de los pies”, nos dice— y con cuatro primeras invernales en su currículum: el Shisha Pangma en 2005, el Makalu en 2009, el Gasherbrum II en 2011 y el Nanga Parbat en 2016. “Tengo motivación, y esto ya es como una cumbre”, nos dice en esta entrevista. “Me entreno como un caballo todos los días. Carlos Soria es un clásico ejemplo de fuego ardiente dentro del alma, ¡con 78 años!”.

¿Cuál es tu próximo proyecto?
No puedo detallarlo aún, pero me gustaría hacer una expedición en invierno. Será una exploración, una subida invernal complicada por el factor ambiental, una subida bastante técnica y muy dura. Me gusta ir a los ochomiles en invierno para intentar cosas que nadie ha hecho como travesías, nuevas rutas o vías en estilo alpino. Lo que es seguro es que el próximo proyecto no será un ochomil.

¿Por qué te gusta el ochomilismo invernal?
Porque es otro deporte, otro mundo. Es una aventura y una exploración en la que solo hay un diez por ciento de posibilidades de subir a la cumbre. Es realmente una exploración, una forma rara pero muy entusiasmante de vivir la montaña.

«Quizá se pueda aterrizar en el Collado Sur con un helicóptero para rescatar a personas»

Al margen del alpinismo, has dedicado los últimos años a los helicópteros de rescate en Nepal. ¿Qué es lo más complicado de esa otra faceta? ¿La parte económica?
La parte económica del rescate no suele dar problemas si es con alpinistas o trekkers, porque suelen tener un seguro que paga. Lo más delicado es la gente local, que no tiene dinero. En Nepal hay treinta millones de personas y muy pocos pueden pagar los seguros. En cuanto a problemas técnicos, los principales son la altura o el mal tiempo por viento o nubes. Es una aventura rescatar a alguien en el Himalaya.

¿Cómo compaginas alpinismo y rescate?
Yo como haciendo de alpinista, y gasto lo ganado en los helicópteros. Seguramente será una situación temporal, espero empezar a ganar algo de dinero en breve. Comprar un helicóptero cuesta mucho dinero y yo no lo he hecho para ganarlo, sino como un proyecto solidario, pero necesito que al final del año las cuentas queden, al menos, a cero. No pueden ser negativas.

Tu incursión en el mundo de los helicópteros también te está haciendo explorar los límites del rescate en altura…
El piloto puede tomar la decisión de cuánto riesgo tomar. Si vas a volar a 6.500 o 7.000 metros sabes que estás al límite operativo de la máquina y al tuyo físico. El rescate que más alto que se ha hecho en el mundo fue con un helicóptero mío a 7.800 metros, sobre la banda amarilla del Everest. Puede ser que en un futuro algunos puedan repetirlo y que también se pueda aterrizar en el Collado Sur para rescatar a personas.

«La cumbre en el Nanga la voy a guardar en mi corazón porque fue un momento histórico»

Acaba de publicarse Nanga (Ediciones Desnivel), tu cuarto libro en español. ¿Qué cuentas en él?
El libro cuenta la historia de la primera ascensión invernal al Nanga Parbat con Alex Txikon, Ali Sadpara y Tamara Lunger. Es una historia auténtica de una de las expediciones más bonitas de mi vida. La cumbre en el Nanga la voy a guardar en mi corazón porque fue un momento histórico, no solo por ser la primera invernal a esa montaña, sino porque fue mi cuarta a un ochomil en invierno.

Una lástima que luego hubiera quien quisiera ponerla en duda…
Afortunadamente tengo fotos y pequeños vídeos en la cumbe. Me gustó que en la subida que hizo una expedición un poco antes se hicieran fotos en la cumbre en las que se veía exactamente la roca que aparece luego en las mías, igual que el clavo que hay sobre la cima. Esta es la confirmación de que Simone, Alex, Ali y Tamara no somos unos mentirosos. Es una pena que con esas pruebas haya gente que tiene dudas. Hoy la gente no se cree nada: no confía en lo que escucha y cree solo el 50% de lo que ve.

 

[Simone Moro es autor de cuatro libros publicados por Ediciones Desnivel: Estrellas en el Annapurna, sobre su dramática expedición de 1997 donde fallecieron sus compañeros Dimitri Sobolev y Anatoli Bukreev; La voz del hielo, sobre ochomiles invernales; Alas en el corazón, que explora su faceta como piloto de helicóptero, y Nanga, el relato de la primera ascensión al Nanga Parbat, que acaba de publicarse].

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