El alpinismo llegó tarde a la vida de Marc, con 26 años cumplidos -hace ya 11- pero cuando lo hizo fue como un huracán que arrolló sus cimientos, aportándole unas sensaciones a las que desde entonces se ha consagrado.
Dejó el trabajo en su empresa de informática y dio un giro a su vida formándose como guía de montaña, profesión que ejerce desde hace tres años, eso sí, priorizando sus objetivos alpinos sobre todo lo demás y adaptando en consecuencia su estilo de vida.
De la montaña escogió su faceta más pura, las ascensiones en estilo ligero, difíciles y comprometidas, encontrando en alpinistas como los también catalanes Bru Buson, Oriol Baró o Roger Cararach la sintonía perfecta.
Encarnan lo más potente del panorama alpinístico nacional en la actualidad. Como muestra, los dos premios FEDME que ha ganado Marc este año: por un lado en categoría Alpinismo extraeuropeo por su escalada a la difícil ruta Slovak direct a la cara sur del Denali junto a Bru Buson la pasada primavera, y por otro lado en categoría Alpinismo europeo por su actividad en el macizo del Mont Blanc junto a Martín Elías y Lise Billon, con la primera travesía invernal Flammes de Pierre – Drus – Pic Sans Nom – Aiguille Verte que realizaron del 24 al 27 de febrero.
Pero además otra de sus actividades de este año estaba nominada: la ascensión en estilo alpino a la cumbre Este del nepalí Tengi Ragi Tau, que hizo el pasado octubre con Roger Cararach y Alberto Fernández.
La actividad que ha realizado en apenas una década de experiencia impresiona por su cantidad y sobre todo por su calidad. En Pirineos o Alpes busca siempre ascensiones en condiciones invernales o en estilo rápido, como la Directa americana del Dru en el día o su cara norte en invierno, el corredor de los japoneses a la norte de las Jorasses también en el día o el espolón Tournier a la norte de Les Droites invernal.
Más lejos de casa, además de las actividades ya mencionadas, también ha destacado con escaladas como la Ferrari al Cerro Torre con Bru Bruson en 2016, o al año siguiente en un espectacular verano en la Cordillera Blanca hizo la primera repetición a la arista Noroeste del Huantsán en estilo alpino con Oriol Baró y escaló Tambo, churros y amigas al Jirishanca con Iker Madoz y Roger Cararach.
También hay montañas que le han negado su cima pero le han dejado sus enseñanzas, como el peruano Siula Grande –donde estaban abriendo vía y tuvieron que bajarse por un accidente por desprendimiento de roca– o el intento de apertura por el inescalado espolón sur del Gasherbrum IV el pasado mes de agosto.
Tuvimos ocasión de charlar con él en la Librería Desnivel, donde proyectó la película que realizaron sobre su ascensión al Denali. Esta entrevista se publicó en el número 403 (enero 2020) de la revista Desnivel.
En la conversación destaca la frase que le dijo Alex Huber cuando coincidieron en Patagonia: «El mayor reto de un alpinista es llegar a viejo».
«El guía de montaña tiene que educar a la gente y transmitirles el respeto por el medio natural»
¿Qué te aporta tu trabajo como guía de montaña?
Es un trabajo porque me tengo que ganar la vida, pero cuando voy a trabajar no tengo la sensación de ir a la oficina. Normalmente voy al monte con gente supermaja y me lo voy a pasar bien, no voy a encerrarme en una oficina ocho horas.
Realmente me gusta, aunque claro igual hay días que te encuentras mal y no lo disfrutas tanto, pero en general creo que es un trabajo bonito, aunque aquí, en casa, creo que está poco reconocido. La figura del guía de montaña no está bien vista.
Pero eso está cambiando, ¿no? No es como antes, que parece que solo contrataban guías los que eran malos alpinistas…
Yo entiendo las dos posiciones. Comparto que la gente tiene que ir al monte con sus amigos, de forma no profesional, pero para momentos puntuales, y sobre todo para formarse, considero que los guías de montaña hacemos un buen trabajo.
Actualmente, uno de los problemas que veo es que hay mucha gente que en su día día solo está en la ciudad, y van al monte pero nadie les ha enseñado a no tirar un papel o a respetar a los demás.
Creo que eso es también una labor nuestra, intentar educar a la gente que viene de la urbe sin la cultura de montaña, transmitir esos valores de respeto por el medio natural. Es una faceta de la formación que me gusta.
«Mi prioridad es escalar con los colegas y luego, si sobra tiempo, trabajo de guía de montaña»
¿Como guía de montaña te puedes permitir escoger los trabajos?
En general intento diversificar el trabajo y no estar tres meses haciendo la misma actividad que, como con cualquier trabajo, me llegaría a cansar. Eso te puede pasar por ejemplo en Alpes, que vas tres meses y puedes subir solo al Mont Blanc y al Cervino diez veces. Yo intento viajar y escalar, así que concentro mucho el tiempo de trabajo, de forma que no llega a cansarme.
¿Te organizas tu agenda de trabajo en función de tus objetivos alpinísticos?
Mi prioridad es escalar con los colegas y luego, si sobra tiempo, trabajo. Si tengo que renunciar a algún trabajo porque me coincide con un objetivo personal, lo hago sin pensarlo; desde luego no me voy a morir con el bolsillo lleno.
De aquí a unos años no sé cómo será mi vida, pero actualmente mi prioridad son mis escaladas. Por ejemplo esto me ha pasado en los últimos años, cuando estuvimos en Pakistán o en Perú, que justo me voy de expedición en nuestras épocas fuertes de trabajo. No es solo lo que te cuesta la expedición, sino también lo que dejas de ganar.
Este verano llegué de Perú directo a los Alpes, y me puse a trabajar a tope tres semanas para después poder ir a Nepal al mes siguiente. También veo que aquí en casa es más complicado ganarse la vida como guía de montaña; sí que hay determinadas zonas, como el valle de Arán o lugares así, en que puede ser más sencillo que te paguen un precio razonable, pero en general para ganar dinero como guía tienes que ir a Alpes o viajar por el mundo, al menos es como yo lo veo.
«Cuando voy a la montaña solo soy yo aquí y ahora»
¿Cómo describirías lo que significa para ti el alpinismo?
Para mí es como salir de la burbuja que tenemos cuando estamos en casa. Aquí tenemos cerradura para cerrar la puerta, policía por si me roban, seguridad social para ir al médico…
Cuando voy a la montaña no tengo nada de eso, rompo esa burbuja, solo soy yo aquí y ahora. Para mí es liberarse un poco de ese confort que tenemos, es ponerte a prueba. Antes jugábamos de niños y esto es como seguir jugando pero de mayores.
Pero es un juego muy arriesgado, sobre todo el alpinismo que a ti te gusta hacer, en estilo ligero, por vías nuevas, comprometidas, difíciles…
Realmente yo tampoco tengo la sensación de que cuando voy al monte me vaya a jugar la vida siempre. Quizá desde fuera lo puede parecer, pero creo que la experiencia que vamos cogiendo nos da mucho bagaje para saber dónde te metes y hasta dónde puedes llegar según tus capacidades.
Creo que el problema actual de mucha gente es que se compra un reloj de montaña y quiere ir al Mont Blanc directamente, sin haber hecho por ejemplo ni una montaña en el Pirineo. Para mí todo es un proceso. Yo no he llegado a la cima del Denali por la cara sur de un día para otro. Hay todo un recorrido detrás.
Mira por ejemplo este verano coincidí con Alex Huber en Perú y el comentario que me hizo, que me llamó la atención, fue: “El mayor reto de un alpinista es llegar a viejo”. Es algo que yo intento aplicar. Sí que al final asumes peligros y riesgos, porque es lo que nos gusta, pero creo que con cabeza, intentando minimizarlos.
«Veo mucho más peligroso el tío que mientras conduce mira el Whatsapp»
Pero en ese tipo de actividades, ¿hasta qué punto puedes controlar los riesgos? Porque hay factores como los aludes, el estado de la nieve, los seracs… que son difíciles de controlar incluso para los más expertos, como hemos vistos en bastantes accidentes.
Sí, es complejo, hay momentos que asumes un riesgo y no hay más. Si no haberte quedado en casa.
Es mi planteamiento cuando estás en esas situaciones en las que no te puedes bajar, en las que o subes o allí te quedas, como nos pasó por ejemplo en Alaska. En ese momento me digo que esto es a lo que venías, y si no haberte dedicado a otra cosa.
También cuando hay una muerte en montaña suele tener mucha repercusión, parece que es lo que le interesa a la gente. Pero yo veo mucho más peligroso el tío que se va a trabajar cada día en coche a la oficina y mientras conduce mira el Whatsapp. Esto es súper peligroso, y lo hace mucha gente que luego dice “mira ese tío está loco que se va a Alaska a escalar”.
Al final cada uno asume unos riesgos que no es consciente que está asumiendo, quizá a mí me pasa lo mismo, que tengo una sensación de seguridad que a lo mejor no es verdad, pero de momento creo que el instinto me funciona.
«Para mí la diferencia está entre tener miedo o entrar en pánico»
Cuando estás en alguna situación de esas complicadas, ¿tienes algún pensamiento concreto que te inspire?
Mi secreto es que tampoco pienso mucho (risas). En esos momentos comprometidos no te pones a plantearte muchas cosas, eres tú y ahora, no hay pasado ni futuro, tienes que hacer ese paso o lo que sea pero vives el presente.
También creo que si empiezas a plantearte cosas en esas situaciones no te ayudará nada porque empezarás a ver peligros por todos lados, y es peor. A la hora de actuar tienes que ser muy frío, para mí la diferencia está entre tener miedo o entrar en pánico.
Por ejemplo estás en una situación en la que tienes que darte un paso, el último seguro lo tienes muy lejos y no puedes meter nada. Si eres frío pues dices mira lo voy a hacer lo mejor que pueda porque un poco más adelante voy a poder proteger, y lo controlas, pero si entras en pánico y te bloqueas tienes un problema. Yo de momento tengo la suerte de que nunca he entrado en pánico, y espero no hacerlo nunca.
Tal y como lo planteas, es como una especie de estado mental en el que entras tipo meditación…
Es el aquí y el ahora, imagino que hay gente que encuentran el mismo estado por otros canales. A mí es algo que me llena. La grandeza del alpinismo es que hacemos algo sin sentido pero porque nos da la gana, sin motivos.
Recuerdo en Perú, cuando bajamos del Huantsán con Oriol, el arriero que nos venía a recoger nos preguntó: “Allí arriba encuentran oro, ¿no?”; lo decía totalmente en serio, no entiende que subamos allí por nuestro ego, por nuestra felicidad…
Y para mí la grandeza es eso, que hacemos algo porque queremos, sin ningún sentido. Y por otro lado también valoro que no competimos contra nadie, al menos yo cuando voy al monte compito contra mis miedos, mis limitaciones.. pero no compito contra nadie. Al contrario, intento formar un equipo y compartirlo con el compañero.
«A mí lo que me llenan son las emociones que vivo, estar ahí haciendo lo que me gusta»
Eso ocurre sobre todo en el tipo de alpinismo que practicas, que no es un ochomilismo o un alpinismo de récords o de coleccionar cimas…
Yo colecciono las más que puedo, pero a veces ni me apunto las vías de escalada que hago, se me olvidan… Porque a mí lo que me llenan son las emociones que vivo en ese momento, no tener un libro lleno de todo lo que he hecho, sino simplemente estar ahí haciendo lo que me gusta.
¿Qué emoción más potente recuerdas de tus escaladas?
Para mí fue el Cerro Torre, cuando lo escalé con Bru (también estaba con nosotros Mikel Bonilla, pero no pudo hacer cumbre). Nosotros veníamos de casa, éramos unos pipiolos, y la gente de allí nos recomendaba que para el primer año en Patagonia empezáramos con algo más fácil, pero nosotros teníamos claro que queríamos intentar el Cerro Torre. Y lo subimos, fuimos el primer grupo de la temporada que hizo cumbre. No fue la dificultad de la escalada sino lo que compartimos allí, para mí fue muy grande.
Siempre las primeras escaladas son las que más se recuerdan…
Bueno luego ya es un poco lo mismo, más rutinario… A veces echo de menos esa sensación de incertidumbre, cada vez me cuesta más encontrarla porque más o menos lo tienes todo controlado. A la gente que empieza le digo que disfruten de esos momentos.
A mí me gustaría poder salir a andar por el monte y disfrutar, pero ahora mismo me cuesta. Si no escalo o tengo algún objetivo, a mí andar por andar no me gusta. Envidio a esa gente que sale a caminar y disfruta del sitio, de la compañía, o de estar solo, pero está a gusto.
«Para mí un valiente es alguien que, siendo consciente de los peligros, los afronta»
Desde fuera en el tipo de actividades que hacéis parece que es muy difícil tenerlo todo controlado…
Sí, es cierto, pero creo que en los inicios me jugaba más la vida que ahora, aunque parezca al contrario, porque ahora hago actividades más peligrosas pero realmente intentas controlar mucho esos riesgos, y en los inicios se te escapan muchas cosas que no conoces, cometes errores… Desde ir a Ordesa y salirte de la ruta, perderte, tener que hacer un rápel de fortuna…
Yo cuando empecé a escalar me motivé mucho y estuve a tope, bueno lo estoy todavía, pero los primeros años no eres consciente de los peligros.
Ahora veo gente que hace lo que yo hacía en los inicios y pienso “se van a matar”, y quizá ellos vean lo que yo hago ahora y piensan lo mismo. Mucha gente se cree que es valiente pero realmente está ignorando los peligros. Para mí un valiente es alguien que, siendo consciente de los peligros, los afronta. Es muy distinto.
¿Cómo llevas lo de bajarte de los sitios?
La decisión de bajarse es mucho más compleja que seguir para arriba, entran en juego otros factores como tu propio orgullo, tu ego… Al final a nadie le gusta ser juzgado y el hecho de bajar implica muchas cosas que te tocan; en el fondo has perdido, ibas a ponerte a prueba y te has bajado.
Si te haces daño y te bajas, vale, pero aceptar que te bajas porque te viene grande ese objetivo, para mí tiene mucho valor. Por ejemplo nos ocurrió en el Gasherbrum IV, que tuvimos un mal planteamiento de la logística.
Siempre veo a la gente que busca excusas externas, pero creo que cuando no llegas a cumbre normalmente es porque algo has hecho mal, así que asúmelo y analiza en qué puedes mejorar.
Si reconoces tus limitaciones las podrás mejorar. Si no reconoces eso te pasará lo mismo la siguiente vez. Esto se da mucho en escalada deportiva, donde siempre hay un montón de excusas, que si el tacto, que si estás cansado… Igual simplemente no tienes ganas de caerte; si asumes que ese día tienes miedo por lo que sea, te irás a casa pensándolo y al día siguiente mejorarás. Si los problemas no son tuyos, no mejorarás.
En alpinismo está más presente la meteo…
Claro, todo influye, si te entra un marrón de tiempo pues te tienes que bajar, pero a lo mejor tenías que haber planificado mejor, no haberte metido ese día, haber esperado… Reconocer tus errores te da libertad, no tendrás presión de nadie.
Claro tampoco sé la gente que va con patrocinadores, los profesionales igual tienen que contar milongas, yo de momento no me he encontrado con ese problema.
«El grupo de amigos con el que escalo no vendemos humo, nos gusta contar lo que hemos hecho a posteriori, no antes»
¿No lo has encontrado porque no tienes patrocinadores?
Bueno, Black Diamond sí que me da ropa y material, pero tampoco soy tan mediático ni sé si quiero llegar a ser una persona tan conocida, que le paguen un sueldo por escalar, porque ahí ya tienes una obligación; las marcas no regalan dinero gratis, están comprando una publicidad.
Prefiero ir al monte y si me tengo que bajar, sin problemas lo hago, claro que me fastidiará, porque hay mucho dinero invertido e ilusión, pero no tengo que rendir cuentas a nadie.
Ahora no solo tienes que ser un buen alpinista, también tienes que saber venderte muy bien, estar en las redes sociales, tener seguidores…
Al final yo también juego a ese juego, porque la gente que me apoya también necesita un retorno de publicidad en las redes sociales o donde sea, pero que no me exijan demasiado.
Intento encontrar el equilibrio, y sobre todo ser libre para hacer lo que quiera, no tener que ir a un sitio porque tengo que justificar un dinero que me han dado. En general el grupo de amigos con el que escalo no vendemos humo, nos gusta sobre todo promocionar lo que hemos hecho a posteriori, no antes, porque así no tenemos presión.
Sobre vuestra escalada a la Slovack Direct al Denali, ¿qué es lo que más recuerdas?
Ahora es muy reciente, pero creo que dentro de unos años tendré el mismo recuerdo que tengo ahora del Cerro Torre. Siempre nos pasa que vamos a los sitios un poco de tirados, sin mucho dinero, y al llegar a Alaska también los rangers nos recomendaron ir a otra ruta más fácil.
Se nos habían perdido las mochilas en el vuelo y llegaron al cuarto día, cuando ya estábamos planteándonos abortar la expedición, con lo que nos dio una subida de motivación. La vía no estaba en las mejores condiciones y la meteo no era la mejor, pero allí yo creo que en general es difícil encontrar buenas condiciones.
El día de ataque todavía nos estábamos planteando si subir o no, pensamos “bueno vamos a pie de pared a ver cómo lo vemos”, así que hicimos la aproximación, que ya es bastante dura, con lo que cuando llegamos a la base ya íbamos un poco tocados de cabeza. Esa noche durmiendo en la base fue dura, nos habían mandado la previsión de la meteo y era un poco inestable.
Teníamos muchas dudas, porque sabíamos que de ahí no íbamos a bajar. Pero al día siguiente, una vez que decidimos subir, ya se acabaron todas las dudas, ya no te planteas nada más. En la pared disfrutamos un montón, aunque fue una escalada compleja y no faltaron los momentos de miedo, en general lo disfrutamos mucho.
En una pared así, difícil, que estás pasando frío, miedo, con meteo inestable… ¿realmente estás disfrutando?
Sí, sin duda, y se notaba mucho en el ambiente entre nosotros, nos salían frases tipo: “¡Venga tío, qué guapo!”. Estábamos escalando duro, esforzándonos y animándonos. Hubo momentos que tuvimos que darlo todo, de hecho los largos más duros no están grabados, pero disfrutando.
«A mí lo que no me gustan son las rampas… pero cuando estoy escalando disfruto»
¿En alguna de tus escaladas no has disfrutado, que te hayas visto en tal situación de compromiso que lo hayas pasado mal?
No, creo que en general todas las escaladas que he hecho hasta la fecha realmente las he disfrutado. A mí lo que no me gustan son las rampas, cuando tienes que caminar y es todo el rato lo mismo son los momentos que se me hacen más duros a nivel mental, me parece demasiado monótono, pero cuando estoy escalando lo disfruto.
También para mí es muy importante con quién escalas. Cuando estás pasando miedo, frío, hambre… sale lo peor de ti. Si no te llevas bien con el compañero, que también saca lo peor de él, tienes un problema, ahí es cuando entran los individualismos.
Pero en el momento que tienes una visión de equipo, ganas mucho como cordada. Y es difícil porque no hay mucha gente con la que seas compatible. En este tipo de alpinismo, de hacer cosas comprometidas, cuesta mucho encontrar compañeros con los que tengas esa sintonía.
«Seguridad, prudencia y menos vídeos de Youtube»
Por eso escalas normalmente con la misma gente…
Sí, suelo escalar con Bru, con Roger, Oriol… También porque vivimos cerca, es más fácil coordinarnos. Para ir a escalar a Siurana, en camiseta y a tomarte algo luego en el bar, hay mucha gente, pero para hacer alpinismo comprometido ya no hay tanta. Sí que hay escaladores de roca que de vez en cuando hacen alpinismo, pero gente joven que esté volcada en el alpinismo hay poca.
¿Qué consejo darías para los que se inician en esto?
Seguridad, prudencia y menos vídeos de Youtube. La gente sale de casa súper encendida que quiere comerse el mundo, y realmente lo básico, lo que yo intento inculcar desde mi trabajo de guía, es la seguridad.
Primero tienes que ser consciente de los peligros para poder prevenirlos. Las redes sociales pueden ser peligrosas en este aspecto, porque la gente ve a otros que se meten en un marrón y salen victorioso y piensan “yo también puedo hacerlo”, o ven un vídeo en Internet y ya se creen que dominan el tema, pero hay que tener un poco de criterio a la hora de ir al monte.
También para llegar a viejo siendo alpinista creo que sobre todo no hay que tener prisa para conseguir una medalla. Hay que acumular experiencia, disfrutar de las montañas que tienes cerca de casa.
No busquemos el reconocimiento social, que muchas veces es el causante de toda esa prisa por hacer cosas. Solo disfrutar del monte.
Darío RODRÍGUEZ
Si has podido compartir con este grupo de gente alguna salida la verdad que ante todo son humildes y divertidos!
Puede que a partir de ahora, no sea el alpinismo un peligro para llegar a la vejez.