Kurt Diemberger (1932, Austria) es uno de los grandes maestros del cine de montaña de la época previa a la digitalización. Este año, la Alianza Internacional de Festivales de Cine de Montaña le ha otorgado un premio que reconoce sus significativas aportaciones a este género cinematográfico. Nosotros acudimos a la ceremonia entrega, que se celebró en el marco del Mendi Film Festival, y la conversación tocó el cine pero acabó en los libros.
¿Cómo te sientes ahora que has alcanzado una edad?
Tengo 86 años, casi 87. Soy un abuelo con muchos nietos y debo pensar en toda mi familia. No es siempre fácil, pero es muy satisfactorio tenerlos porque sé que mis ideas no van a morir. He escrito libros que se han publicado en todos los idiomas y cuando muera espero llegar a la edad de 103 años. Mi abuelo vivió hasta esa edad y espero que me pase lo mismo, solo tengo 86 años y la vida me gusta verdaderamente.
K2. El nudo infinito, es uno de tus libros más emotivos.
Fue el libro que escribí sobre la memoria de Julie Tullis, mi gran compañera y amiga en esa montaña de las montañas que es el K2. No solo estuvimos allí, también en el Everest, en Inglaterra, en varios festivales… Fue un alter ego artístico para mí.
Hicisteis una buena pareja en el mundo del cine de montaña.
Tuvimos un entendimiento recíproco absoluto cuando rodábamos. Ella hacía el sonido, yo la grabación y las ideas las pensábamos juntos. Fue una cordada ideal, el equipo de grabación más alto del mundo, nos llamaban. Murió en el K2 en 1986 porque la montaña se convirtió en una trampa. Hubo tres víctimas. Había una gran confusión logística y perdimos un día en la parte alta de la montaña. De no haber sido por eso hoy habría 7 personas vivas.
Solo sobrevivisteis dos…
Billy Bauer y yo éramos los más viejos y también los más gordos. Posiblemente teníamos más agua en el cuerpo, con tantos días en altura se fue consumiendo y nos quedó algo. No lo sé. Quizá ayudó el que me mantuviese bastante tranquilo, veía cómo pasaban los días con paciencia.
«Cuando pierdes el sentido de la creatividad la vida se aplana»
El séptimo sentido es otro de tus libros. ¿A qué hace referencia el título exactamente?
El séptimo sentido es muy importante. Es una fuerza que te da el ímpetu de marchar hacia adelante, es la creatividad. Uno debe pensar en hacer algo con su vida, sea un libro, una película, una cumbre… Cuando pierdes el sentido de la creatividad la vida se aplana. Tener una meta y querer llegar a ella, eso es el séptimo sentido.
Si seguimos con el repaso de tus libro, Entre cero y ocho mil metros es el que rememora tus primeros años en la montaña.
Es el libro de mi juventud. Cuento cuando buscaba cristales en los Alpes; cuando salí con Hermann Buhl a hacer mi primer ochomil, el Broad Peak, sin oxígeno y sin porteadores de altura. También cuento mi viaje con una gran expedición al Dhaulagiri. Hablo también del Gran Merengue, un proyecto que decidió mi vida, era un enorme champiñón extraplomado que ya no existe. Y también cuento las aventuras de la bicicleta que me dio mi abuelo para ir a la escuela y con la que luego fui más allá hasta las Dolomitas, el Mont Blanc…
Acabas de mencionar a Hermann Buhl. Él fue tu mentor y murió contigo…
Tuvimos mala suerte en el Chogolisa. Llegó el mal tiempo cuando estábamos muy cerca de la cumbre y la voz que hay entre el sexto y el séptimo sentido nos dijo que regresásemos. Lo hicimos pero era demasiado tarde, no se veía nada y Hermann desapareció. Yo solo noté cómo vibraba la nieve. Subí hacia él y vi sus últimas huellas en la nieve. Después, la cornisa que se partió…
«Estoy escribiendo un libro sobre la felicidad y la suerte»
Ahora sigues escribiendo. ¿Cuál será tu próximo libro?
Ahora estoy escribiendo un libro sobre el Glück, una palabra en alemán que significa dos cosas, la felicidad y la suerte. Creo que el título en español podría ser El cálice de la suerte. Pero también engloba la felicidad, es una palabra difícil. Espero que no sea mi último libro, es un resumen muy importante de mi vida que quiero transmitir a los jóvenes. Habla de qué hacer con la suerte, pues no es una cosa que llega del cielo, depende de lo que hace uno. Es tan importante como la felicidad, para vivir necesitas las dos cosas. El [idioma] alemán las une en una palabra.
¿Cuál es tu montaña preferida?
El K2 es una de las montaña más bonita del mundo pero hay otras que también me gustan. Más que la montaña me gusta el Shaksgam, un valle con millones de piedras que está detrás del K2. He hecho siete expediciones a este desierto en altura y en todas he explorado y he descubierto cosas. Tengo un depósito allí, la última vez que fui era 1999 y dejé un papel pillado debajo de una piedra en el que ponía “válido hasta 2005”. Ahora ya hemos pasado 2018 y no he regresado…
¿Has tenido una vida feliz?
Sí, gracias a mí mujer, Teresa, y a su paciencia.
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