John Harlin II (1935-1966) fue uno de los alpinistas estadounidenses más reconocidos de su época. También había sido piloto del ejército de los Estados Unidos hasta que -según el relato de su hijo- el también alpinista John Harlin III, dijo a sus superiores que jamás lanzaría una bomba atómica, momento en el que fue cesado.
En 1963 eligió irse a vivir con sus familia a Leysin, Suiza, cerca del Eiger, una montaña que se había transformado en una auténtica obsesión para John Harlin II.
En 1962 había escalado con Konrad Kirch la norte del Eiger siguiendo la ruta original de 1938, ascendida por primera vez por Anderl Heckmair, Ludwig Vörg, Heinrich Harrer y Fritz Kasparek. Fue el primer alpinista de los Estados Unidos en escalar la vía alpina más mítica de la época.
Entre sus muchas escaladas y aperturas de nuevas rutas en los Alpes destaca la primera ascensión del Hidden Pillar del Freney con Tom Frost (1 y 2 de agosto de 1963). Un itinerario con dificultades de VIº y A3 que fue, probablemente, la ruta más difícil de la época al Mont Blanc.
Dos años después (1965), con Royal Robbins abriría la Directísima Americana al Dru.
La norte el Eiger le tenía atrapado con el proyecto de abrir la segunda ruta de esta pared norte : una vía directa. Un proyecto que intentó teniendo que retirarse debido al mal tiempo, y que comenzó a adquirir importancia a nivel público transformándose en el «Último gran problema de los Alpes» y, por tanto, a convertirse en el objetivo de otros alpinistas.
John Harlin II tenía claro que era su proyecto y no iba a dejar que nadie le tomará la delantera, sobre todo cuando se hizo público que un grupo de ocho alpinistas alemanes estaban entrenando con este objetivo.
En febrero de 1966 partió a intentar la apertura de esta ruta directa a la cara norte el Eiger. Lo hizo con el también norteamericano Layton Kor (28 años) y el escocés Dougal Haston (24).
El deseo de John (30) era realizar la ascensión en un solo pegue en estilo alpino, en una ascensión que tenían previsto les llevaría 9 días de estancia continúa en la pared.
Pero las cosas no salieron como esperaban. Vinieron días de mal tiempo y, además, John se dislocó el brazo descendiendo esquiando desde la base de la pared.
Y llegó el fuerte equipo alemán formado por ocho alpinistas con una estrategia totalmente distinta: equipar la ruta con cuerdas fijas (estilo no habitual hasta el momento en los Alpes) con lo que el mal tiempo pasaba a no ser tan importante.
Esto hizo que John, Layton y Dougal cambiaran su táctica y equiparan también la ruta con cuerdas fijas. Al grupo se unió nada menos que Chris Bonington (31), quien en realidad no venía como alpinista sino como fotógrafo para el London’s Weekend Telegraph. A pesar de ello se unió durante una parte de la ascensión al grupo abriendo uno de los largos más difíciles y expuestos de la ruta.
La estrategia del equipo británico-americano era clara: equipar la pared también con cuerdas fijas y aprovechar la primera ventana de buen tiempo para salir disparados hacia la cima -aprovechando el hecho de ser un equipo más pequeño y ligero- por delante de los alemanes.
Los dos equipos establecieron sus propias líneas de cuerdas fijas, en ocasiones paralelas y en otras superpuestas…. Ambos grupos alcanzaron el Vivac de la Muerte donde cada cual cavó una cueva donde guarecerse.
Llegó una previsión de buen tiempo y Chris Bonington descendió -parecía que definitivamente- para realizar su trabajo como fotógrafo: tomar fotos de la ascensión desde abajo para luego intentar capturar el momento de su llegada a la cima tres ó cuatro días después.
Pero su optimismo había sido prematuro. Tuvieron que descender todos a Kleine Scheidegg, a los hoteles que se encuentran en la base de la pared.
Desde allí John telefoneó, el 18 de marzo, a su mujer, tenía ganas de volver con su familia pero sentía que estaba cerca de conseguir su objetivo.
Al día siguiente Layton abrió una delicada travesía y Chris Bonington -a pesar de que en realidad venía como fotógrafo- un largo realmente expuesto en el que arriesgó escalando 25 metros por encima de un pitón no muy seguro.
Fue el único largo que escaló de primero pero, lo mismo que la travesía que acababa de abrir Layton, superó uno de los tramos claves de la parte final de ruta. En ese momentos los alemanes pidieron unir fuerzas.
Al día siguiente Layton y uno de los alemanes siguieron abriendo los siguientes largos mientras Dougal y John preparaban comida para el asalto final.
El 21 de marzo alcanzaron con su carga el Vivac de la Muerte. El parte de tiempo que en principio daba bueno para los tres días siguientes cambió. Parecía que otra vez el mal tiempo les iba a rechazar. Layton descendió para minimizar el gasto de comida y combustible durante el esperado mal tiempo.
Sin embargo, al día siguiente, el parte de la meteo parecía darles una pequeña tregua antes de la llegada del mal tiempo. Dougal y John decidieron intentar la cima.
Y comenzaron a ascender por las cuerdas fijas, que tenían apenas 7 milímetros. Dougal iba delante, debajo de La Araña, aunque vio un punto por donde pasaba la cuerda que no le gustó, no le dio más importancia y siguió subiendo.
John comenzó a subir, se encontraba muy cerca de cumplir su sueño. Una vez en La Araña casi con seguridad que en un día de escalada rápida alcanzarían la cima. Desgraciadamente la cuerda se rompería 15 metros antes de que alcanzara su final.
La muerte de John Harlin II tuvo un gran impacto y consternación en el mundo del alpinismo. También tuvo una gran difusión en los medios de comunicación de la época que seguían de cerca aquella escalada que tenía tantos elementos para llamar la atención: el último gran problema en la pared trágicas de los Alpes, dos equipos intentando la primera…
La ruta no quedó inconclusa. Dougal Haston unió fuerzas con los alemanes Jörg Lehne, Günther Strobel, Roland Votteler y Siegfried Hupfauer para completarla en su memoria. Alcanzaron la cima el mismo día del entierro de John en Leysin y la bautizaron, en su homenaje, Harlin Direct.
Está chulo el relato.