El alpinista vizcaíno está de vuelta de su expedición al K2 con Félix Criado, después de tener que renunciar a la cumbre por la peligrosidad de la montaña. Cuenta con detalle todo lo ocurrido y cómo ha vivido el verano intentando la cima mas alta de Pakistán.
Desnivel.com - Sábado, 3 de Agosto de 2013 - Actualizado a las 23:36h.
No ha sido un verano fácil en Pakistán. Las malas noticias se han ido sucediendo vertiginosamente. Primero en el Nanga Parbat (con el asesinato de once personas en un ataque terrorista al campo base), luego en el Broad Peak (con el fallecimiento de tres iraníes), después en el G1 (la muerte de Artur Hajzer seguida de las de Xevi Gómez, Álvaro Paredes y Abel Alonso) y finalmente en el K2 (la desaparición de Marty Schmidt y su hijo Denali). Precisamente en esta última montaña han estado Álex Txikón y Félix Criado. Ellos tomaron parte en el ataque a cumbre en que Marty y Denali Schmidt perdieron la vida. Su visión sobre lo peligrosa que estaba la montaña les hizo darse la vuelta a tiempo.
El alpinista vizcaíno acumula ya mucha experiencia en las grandes montañas del planeta. En esta entrevista analiza todo lo ocurrido en el K2 y cómo ve el avance de las expediciones comerciales en Pakistán, un país que le enamora.
¿Cómo viviste lo ocurrido en el
K2? ¿Cómo fue el ataque a cumbre?
Todos los equipos salieron el día 24 y ya estaban arriba, salvo los suizos Mike
Horn, Fred Roux y Köbi Reichen, y Félix y yo, que todavía estábamos en el campo
base. Nosotros salimos el día 25 a las cinco de la mañana y los suizos salieron
una hora antes… Durante la ascensión, no soy de los que se pone música en el
iPod para distraerse. Me gusta ir analizando la montaña en todo momento. Y nada más
salir, me di cuenta de que en el Baltoro había empezado a soplar viento de sur
a altitud, a unos ochomil metros, aunque a medida que íbamos avanzando hacia la base
del K2, entre los 5.000 y los 6.500 m, venía de norte-noreste.
Antes de todo esto, ya iba mirando al K2: el Púlpito, la Magic Line que suele estar más en roca pero que estaba blanca, blanca, blanca… incluso el Hombro, que toda la semana llevaba escupiendo nieve casi a diario, con avalanchas día sí día también. Me puse a hablar con la gente del Gasherbrum 1, con David López, que estaban en los momentos del rescate, y me decía que había caído medio metro de nieve. Pero no te lo crees, y piensas que quizás la nube sólo ha descargado allí. Pero comenzamos a escalar y ya me di cuenta de que había mucha más nieve de la que yo había previsto.
Ese día 25 teníamos buen parte, con viento norte-noreste… pero no me sentía cómodo. Hacía calor al principio, pero en cuanto iban pasando las horas empezó el bochorno, a causa de ese aire tan cálido que viene del desierto del Taklamakán. Inesperadamente, empezó a nevar fuerte, y ya había nevado los dos días anteriores… El día antes habíamos pensado “a ver si escupe y, si hace bueno, derrite un poco la nieve por encima del campo 3…”, y quizás hubiéramos tenido alguna posibilidad, aunque también hubiera habido riesgo. Pero cuando comenzó a nevar… De todos modos, no te ibas a dar la vuelta allí, al menos llegar hasta el campo 2 y verlo con nuestros propios ojos. Del campo base al C2 te caen piedras con esas temperaturas pero vas con cuidado.
Llegamos al C2 y, según llegué, los tres suizos dijeron “aquí se acabó”. Había mucha nieve y, con lo que estaba nevando, vimos que en esa ventana no era posible hacer cumbre. Lo recogimos todo y nos bajamos. Con nosotros, compartía permiso un mexicano que llevaba varios porteadores y me costó como cuarenta minutos sacarles de las tiendas y convencerles de ir para abajo.
Marty Schmidt y su hijo Denali tenían la tienda montada debajo de la Chimenea House, unos 75 metros de desnivel más arriba. Hablé con ellos y les advertí que me iba a bajar, pero Marty decía que no. Después de dos o tres horas de recoger el campo, volví y le dije “está el monte peligrosísimo y, si puedes bajar hoy, mejor que mañana; si quieres duerme aquí y deja la tienda por si más adelante haces otro intento…”. Lo único que sentí fue lo mismo que en el G1 con los desaparecidos Gerfried Göschl, Nissar Hussain y Cedric Hählen: estaba dando mi opinión, este no era el año del K2, era imposible hacer cumbre.
De todos modos, jamás hubiera pensado que sucedería esto; nos enteramos de la desaparición de Marty y Denali Schmidt cuando estábamos en Skardú, fue un palo tremendo. También saber que acertamos con nuestra decisión, porque si esa ambición me hubiera hecho llegar al campo 3 para ver con mis propios ojos lo que Marty quizás quiso ver, no estaría aquí tampoco. Otra vez la intuición y el valorar… El K2 es un objetivo, es un reto, pero no se tiene que convertir en una obsesión.
¿El campo 3 es un campo peligroso?
La primera vez que llegamos allí habría como medio metro de
nieve, pero es que ahora… Los sherpas de Seven Summits salieron como casi todo
el mundo el día 24, pero mientras el resto fueron al C1 ellos fueron al C2. El
día 25, que es cuando yo subí del CB al C2 con los suizos, ellos intentan
llegar al C3 pero me dijeron que había unos dos metros de nieve. Con esa
información, insistí a todo el mundo para que se bajara. A todas las
expediciones (los japoneses, un argentino, a Marty, al mexicano, a un inglés),
a los sherpas, a los porteadores pakistaníes…
Viste muy claramente que la
situación era muy peligrosa y te pusiste muy firme con el tema de bajar…
Sí. Incluso tengo imágenes de mi cámara gritando a la gente
para que se bajara. Lo vi claramente, y además llevaba valorando la situación
desde antes.
En el Baltoro, el 90% de los días el viento sopla de orientación sur-sureste y pega entre la Pirámide y el Hombro. Cuando ves las rampas entre el C3 y el C4, te das cuenta de cómo están formados los ventisqueros, esas cornisillas… Es el sitio perfecto para una avalancha: suben las temperaturas, la nieve se pone pesada y tiene la inclinación perfecta.
He estado varias veces en la zona y siempre te fijas en cómo está el K2, que es una montaña especial. Y esta vez estaba más blanca que nunca. Lo vi muy claro y me siento orgulloso de haber acertado, sin que eso quiera decir que me la esté dando de ser el más listo de la clase, porque yo también estuve influenciado por los suizos, sobre todo por Köbi y por Fred, que tienen una gran experiencia. Pensaba igual que ellos, pero me basé mucho en sus datos, en su manera de pensar, de leer la montaña y tomar la decisión. No fui sólo yo, sino influenciado por ellos y por mi compañero Félix.
¿Cómo viste el K2 este año, en la
tercera vez que has estado allí?
Por Abruzzos había subido en 2004, una vez con Iñaki Ochoa hasta
donde durmieron Marty y Denali Schmidt debajo de la Chimenea House, y luego con
Juanito y Edurne que llegué hasta el campo 2 y bajé con Juanito. He
visto el K2 como años atrás, pero creo que en un futuro próximo tienes los días
contados. No va a ser el mismo K2 que es ahora. Las expediciones de agencias
como Seven Summits van a comercializarlo más. Esta temporada el K2 ha estado con muy poquita
gente, de manera muy auténtica y con muy buen ambiente entre casi todos. Lo que
no me gusta nada es esta ruta. La próxima vez que vaya, volveré a ir por la
Cesen, lo tengo muy claro.
¿Por qué no te gusta la ruta de los Abruzos?
Desde el campo base avanzado al campo 1, me parece una ruta bonita. Pero ya del
C1 al C2 pasas unos flanqueos entre varias torres; luego llegas a la torre de
roca que está totalmente descompuesta; te subes encima de la Chimenea House y
ya llegas al C2. Y del C2 al C3 ya es todo de roca... No me gusta. Me parece
mucho más directa y mucha más estética la Cesen. Y sobre todo le veo peligro:
nosotros hemos tenido suerte, porque nos cayeron dos piedras -sobre todo la
primera que tendría entre 50 y 100 kg- que no nos cortaron la cabeza primero a
mí y después a Félix de milagro. La veo muy peligrosa en cuanto a caída de
piedras.
De las veces que has intentado el
K2, ¿ha sido la vez que has estado con menos gente, en una montaña más salvaje?
Sí, igual la más auténtica. En 2011 también había más o menos
la misma gente, pero ya veníamos del G1 y G2. Este año había seis japoneses, un
argentino que estaba con Matoko, nosotros tres, un macedonio, dos griegos que
vinieron del Broad Peak, Marty Schmidt, su hijo Denali, y Chris Warner y los tres
suizos. Diecinueve occidentales, más los sherpas y porteadores pakistaníes. Unos
30 en total.
¿Ves el K2 una montaña
comercializable? Porque es muy peligrosa…
Es una montaña peligrosa, pero ya te digo que tiene los días contados. Ya el
año pasado me contaba Mingma Sherpa que pusieron a 18 nepalíes y no sé cuántos
clientes en la cumbre. Creo que fue el momento del cambio. Este año, la crisis
y cómo están las cosas tras el atentado han podido influir para que no haya
gente, pero el año que viene creo que habrá muchísima más gente y, si no es el
año que viene, pues el siguiente. El K2 tiene los días contados como
montaña salvaje. Evidentemente, tiene la cara oeste y la cara norte por el
pilar norte, pero el K2 por la ruta de los Abruzzos tiene los días contados
como montaña salvaje y auténtica.
¿Cómo te encontraste Pakistán
después de lo del Nanga Parbat?
Con incertidumbre pero bien, con seguridad. La zona norte de Pakistán, la zona
de Baltistán, salvo un par de zonas conflictivas por las que pasas por carretera con
escolta, creo que es uno de los lugares más maravillosos del mundo a los cuales
hay que viajar y hay que escalar. Eso sí, siempre haciendo el viaje desde
Islamabad hasta Skardú en avión. Cuando lo haces por carretera, te paras a
tomar algo después de mil horas y se baja la escolta y mira para ver que no hay peligro… te sientes
como si fueras una víctima o un blanco.
¿Cuál era el sentiemiento de la
gente en Skardú por el atentado del Nanga Pabat?
Todos los baltís están completamente en contra. Muchos de
ellos viven del turismo e incluso se manifestaron y hubo mucha bronca.
Ha sido una temporada muy
dramática: primero los once asesinados en el Nanga Parbat, luego los iraníes en
el Broad Peak, luego los tres alpinistas de nuestro país...
Primero fue una chica alemana cuyo cadáver estuvo al menos tres días allí, que
cruzando el río se cayó, se ahogó y se congeló; y al día siguiente la
encontraron doscientos metros más abajo. Después fue el accidente de Artur Hajzer con el cual había estado en varias ocasiones, la última en 2012 en invierno. Era uno de los grandes del Himalaya… una pena y un dolor tremendo. Después de Artur
vinieron los tres iraníes, a quienes conocí en 2011 porque era el tercer
intento que hacían. Después Xevi
Gómez, Álvaro Paredes y Abel Alonso, y luego Marty Schmidt y su hijo Denali… Un año amargo. Por un lado lo del
Nanga Parbat y después todos estos, muy triste.
¿Cómo viviste lo del Broad Peak de
los iraníes?
Con mucha incertidumbre, con pocas noticias y con mucha mala hostia con los
helicópteros del ejército pakistaní, que vienen cuando les da la gana. Da mucha
rabia… Otros años, los iraníes habían intentado la ruta nueva ya desde abajo
hasta el campo 3, pero este año habían subido al C3 por la ruta normal y ya
desde allí se tiraban en dirección hacia los Gasherbrums, más hacia el sur. El
día que salieron a cumbre estaba un poco más nublado y creo que llegaron a la
cumbre pensando que era la Antecima, y tiraron a la derecha y se fueron hacia
Concordia, por la arista que abrieron Urubko y Samoilov… pero no me entra en la
cabeza después de tres intentos que cometieran este error de no darse cuenta que habían llegado a la cima y estaban bajando...
A Artur, le conociste bien… ¿no?
Sí, coincidí en dos ocasiones con él, la última en el invierno de 2012 en el
Gasherbrum 1. Estuvimos allí dos meses y tengo un recuerdo precioso de él. Artur
era un escalador experimentado, con mucha técnica y conocimiento del terreno,
de la montaña. Conocía el Gasherbrum 1 muy bien y sobre todo se conocía muy
bien a sí mismo. Tuvo una caída yendo
del C3 al C2.
Y la ascensión de Oscar Cadiach en el
G1, ¿cómo la ves?
Creo que la decisión de Òscar y de Patxi de retirarse en el ataque a cumbre fue
acertada. No lo vieron, no lo sintieron y si el tiempo no está del todo claro y
la aclimatación no estaba para ir para cumbre… fue totalmente acertada. En la siguiente ventana, después del accidente y a pesar de lo
desagradable que es que gente de tu país haya fallecido, también hay
que tener fuerza para continuar y escalar la montaña.
¿Cuál es tu sensación de todo este
viaje?
Un viaje muy agridulce. Con muchas cosas bonitas, de
satisfacción. Un viaje que ha marcado un antes y un después para mí en cuanto a
la montaña, por lo del Nanga Parbat, por todos estos accidentes… se habla
mucho de las montañas de 8.000 metros, que si expediciones comerciales, que si
cuerdas fijas, pero es que estas montañas son cada vez más accesibles y muchos
accidentes son por mala suerte, pero otros tantos han sido por culpa de errores
que habría que valorar y sacar algo en claro para que no se repitan.
En este número: ENTREVISTA Álex Txikon • VENEZUELA, GRAN PARED Reflexiones tepuyeras • PIRINEÍSMO Maladeta Oriental • DEPORTIVA EN GALICIA San Xian-Oia • ESCUELA DE MONTAÑA Rápel II.
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